jueves, 8 de diciembre de 2016

Documentación científica y revisión por pares

Ya sabemos qué es la ciencia, pero sería imposible hablar de esta disciplina si no existiera una correcta documentación. La documentación científica se constituye por una cadena imprescindible para seguir haciendo ciencia. Los investigadores necesitamos trabajos redactados por otros investigadores para documentarnos en un tema,  para saber hasta dónde han llegado otros compañeros; pero de la misma manera, tal y como se dice en el libro “Como escribir y publicar un artículo científico” (Robert Day), tenemos el deber de redactar y publicar nuestros descubrimientos para que otros científicos pueden hacer uso de ellos.

Hasta aquí todo obvio, pero adentrándonos en los aspectos de la documentación científica, he encontrado dos ideas que han llamado mi atención. Por un lado, en el capítulo del libro de  J.R. Pérez Álvarez-Ossorio he leído una afirmación que me ha llevado a reflexionar sobre el tema: La verdadera revolución en el mundo de la documentación no ha sido el ordenador, sino los sistemas de telecomunicación. Al principio se ha recalcado la importancia de redactar las investigaciones, pero estos documentos no serían útiles si el acceso a ellos fuera  rocoso. Es verdad que sin un ordenador o aparato electrónico es imposible llegar hasta un artículo publicado en la red, pero realmente la posibilidad de ver o leerlo la dan las telecomunicaciones, que permiten tener acceso a cualquier documento desde cualquier punto del planeta a un coste razonable. Por otro lado, en la presentación de los posibles espacios para publicar investigaciones, he descubierto un posible destino del que no había oído hablar: espacio dedicado a la curación de contenidos.

Respecto a la publicación de trabajos, hoy en día, en la ciencia moderna, el método que se utiliza para decidir qué investigación se financia o qué artículo se publica se denomina “revisión por pares”. Si nos centramos en la publicación en revistas, este método consiste en que investigadores expertos en el tema, externos a la gerencia de la revista, evalúen el trabajo y en base a estas evaluaciones el editor de la revista decida si publicarlo o no.

El proceso hasta publicar un artículo es el siguiente: el investigador tiene una idea y la lleva a cabo, a veces con la ayuda de becas. Después analiza y recoge los resultados obtenidos y los presenta en conferencias, congresos o en eventos de esta guisa en los que recibe feedback de compañeros, felicitando su trabajo, aportando nuevas ideas o corrigiendo errores. Con estas aportaciones el investigador escribe un manuscrito que envía a una revista. Acto seguido la revista envía el documento a dos o tres investigadores, que no tienen contacto entre ellos y a los que no se remunera por el trabajo de corrección, que evalúan individualmente el manuscrito centrándose en los siguientes aspectos: ¿de qué trata el conocimiento?, ¿es interesante?, ¿es relevante?, ¿tiene sentido?, ¿se está aportando realmente un nuevo conocimiento?... La evaluación puede ser positiva (sin necesidad de realizar ningún cambio o con pequeñas sugerencias para modificar) o negativa (con sugerencias que permiten un segundo envío o totalmente rechazada). En base a las opiniones de los expertos el editor decide qué hacer con el artículo.

A pesar de ser un método extendido, hay investigadores que lo rechazan por su larga duración, por posibles desacuerdos con los correctores y por posibles robos de ideas. Tal y como se menciona en el texto de José R. Alonso, existen casos de revisiones estúpidas o de calidad mínima, demanda de experimentos desmesurados o robo de ideas. Por ello, en contraposición a la publicación en revistas, algunos investigadores optan por publicar sus logros en blogs. La manera de publicar es rápida, personal (sin posibilidad de robo de ideas) y como se ha mencionado antes, gracias a las telecomunicaciones, accesible para todos los públicos.




1 comentario:

  1. Buen resumen!
    El peer review ha servido durante varias décadas para que el sistema de publicación científica funcionara bien. Pero el con el gran aumento y especialización de la actividad científica y las tecnologías de la información disponibles segurament le que quede poco, al menos tal y como lo conocemos.

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